El Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena, ARQVA, expondrá del 2 al 28 de abril el cuadro 'El embarco de santa Paula Romana', de Claudio de Lorena, en el marco de un proyecto que pretende acercar obras maestras de la colección del Museo del Prado a ciudadanos de toda España.
'El arte que conecta' es una iniciativa conjunta del Museo Nacional del Prado y Telefónica que conmemora el centenario de la compañía y fomenta la conexión de las personas a través de la cultura. Este proyecto permitirá que museos repartidos por toda España exhiban de manera temporal algunas de las obras maestras de la pintura que forman parte de la memoria y el patrimonio común de los españoles.
Obras de Velázquez, Goya, Rubens, Murillo y otros de los grandes maestros del Prado viajarán a 18 localidades de toda la geografía española, invitando a sus ciudadanos a contemplarlos y convirtiéndose en un generador de actividad cultural local.
EL EMBARCO DE SANTA PAUALA DE CLAUDIO DE LORENA
Se podría considerar que el protagonista de los cuadros de Claudio de Lorena es el paisaje, pero al menos quien da nombre al cuadro es santa Paula Romana. Paula Romana era viuda desde los 32 años y se dedicaba al cuidado de sus cinco hijos, mientras se iba interesando cada vez más en el cristianismo. Entonces, en 385, decidió abandonar su vida como noble romana para llevar una vida dedicada a la oración y la penitencia junto a San Jerónimo. Para ello, abandonó Roma junto a su hija Eustoquia, para ir a Antioquía. En la pintura aparece representado el momento de su partida.
Sus composiciones equilibradas, su serenidad clásica y el encanto de sus paisajes ideales lograron que Claudio de Lorena, de origen humilde, ganara fama por toda Europa. De tal modo que Felipe IV, un gran apasionado de la pintura, le encargó en 1635 ocho lienzos para decorar el Palacio del Buen Retiro.
Se trataba de ocho cuadros monumentales, cuatro de ellos de forma longitudinal y cuatro en formato vertical. El embarco de Santa Paula Romana pertenece a este último grupo, el cual representaba escenas de santos y del Antiguo Testamento. Fue pintado entre 1639 y 1640.
Cuando Claudio de Lorena pintaba escenas del pasado, mostraba una arquitectura grandiosa y monumental. Esto se observa en el colosal tempo dórico de la izquierda y en el resto de palacios y fortalezas. Sin embargo, Claudio no estaba interesado en mostrar la Antigüedad de forma precisa y correcta, sino en representar una imagen nostálgica que aluda a la imagen de grandeza, equilibrio y serenidad de que se tenía de la Roma Imperial. Esto se aprecia en los barcos, pues son navíos mercantes de su tiempo.
De este modo, Claudio muestra una imagen plácida y bucólica de aquella ciudad romana que roza al mar Tirreno mientras se funde con la luz del atardecer. De hecho, la luz es un elemento clave en arte de Claudio de Lorena. Esta inunda todo el cuadro, reflejándose en el mar, realzando los edificios y desdibujando aquellos que se encuentran en el horizonte.