Ecologistas en Acción reclama un control de la contaminación de cruceros en Cartagena

Solicita la instalación de una estación fija de calidad del aire en el muelle de cruceros y pide el desarrollo de alternativas sostenibles de turismo frente al crecimiento exponencial de los cruceros.

Ecologistas en Acción se ha dirigido a la Autoridad Portuaria de Cartagena y la Dirección General de Medio Ambiente reclamando un programa coordinado de control de la contaminación (emisiones, vertidos y residuos) de los cruceros en el puerto de Cartagena. Reclama también la ubicación de una estación de medición y control de calidad del aire en el entorno del muelle de cruceros, como se ha hecho en la dársena de Escombreras, y homologada con la red regional de vigilancia atmosférica.

El número de cruceros que recalan en el Puerto de Cartagena ha crecido significativamente. En los cuatro primeros meses del año, el Puerto de Cartagena ha recibido un total de 52 barcos y más de 41.000 pasajeros a bordo, con seis primeras escalas, cuatro dobles y una triple. Durante todo el año 2022 hay más de 220 escalas previstas y los números han ido mejorando conforme han ido pasando los meses hasta alcanzar la cifra previsible de 250.000 en estos doce meses. Esta organización ecologista recuerda los enormes impactos de este tipo de turismo relacionados con la contaminación, vertidos y la masificación de las ciudades, pero también sobre los ecosistemas marinos y la alteración de la dinámica litoral por la construcción de terminales.

Ecologistas en Acción viene reclamado al Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, un freno al crecimiento desmesurado e incontrolable de la industria de cruceros en nuestro país. Es necesario un decrecimiento del volumen total de cruceros. El estado español lidera la lista de países más contaminados por cruceros, con los puertos de Barcelona y Palma de Mallorca a la cabeza de la clasificación por ciudades.  Esta es una política que responde a los intereses privados del sector ya que, si bien son puertos de titularidad estatal denominados ‘de interés general’, los procesos de liberalización han llevado a una gestión privada en manos de capitales internacionales (terminales concesionadas, operadoras y grupos navieros).

Ecologistas en Acción ha denunciado la contaminación que generan estos barcos, especialmente en la población expuesta más directamente a las terminales de cruceros. Son barcos que utilizan combustibles con un alto contenido de azufre que emiten contaminantes altamente peligrosos para la salud humana, cuyo uso es aún posible debido a la deficiente regulación sobre el transporte marítimo, comparada con la existente en tierra donde su uso está prohibido.

El límite de azufre para los combustibles marinos se ha reducido, en lugar del 3,5 %, solo se permitió el 0,5 %, sin embargo, el diésel marino es 500 veces más tóxico en óxidos de azufre que el diésel de los automóviles. Numerosos barcos continúan navegando con fueloil pesado (altamente tóxico pero barato) porque la normativa permite usarlo si los barcos utilizan un sistema de depuración de gases (llamados scrubbers, en inglés). Dicho sistema lava las emisiones contaminantes pero vierte los tóxicos de las aguas residuales resultantes directamente al mar, con enormes impactos sobre los ecosistemas marinos. El fueloil pesado debería prohibirse inmediatamente. Cualquier declaración sobre intenciones ambientales o de protección del clima sin una clara regulación o prohibición de este combustible tóxico suena a burla frente a la emergencia climática y ecológica en la que estamos inmersos.

La navegación costera, como es el caso de los cruceros, supone un impacto de las emisiones sobre las poblaciones, como resulta evidente a la vista de los resultados que se obtienen de las mediciones realizadas por Ecologistas en Acción junto a la organización alemana NABU en las terminales de cruceros de Barcelona, Palma de Mallorca y en el Estrecho de Gibraltar. El resultado ha mostrado niveles de contaminación hasta 70 veces mayores que la concentración de fondo “normal” de las ciudades. El impacto del turismo de cruceros sobre el clima es también alto y supone el modo de transporte con mayores emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por kilómetro recorrido relacionadas con el turismo (en términos absolutos es la aviación).

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