Investigadores de la Politécnica de Cartagena van a reproducir mediante nanopartículas híbridas, con una composición mixta de calcio y magnesio, las impurezas de la piedra tabaire con la que están hechos los sillares del Teatro Romano para conservar estos restos romanos con el mayor respeto a su composición original.
La utilización de estas nanopartículas forma parte del proyecto ‘Nanoheritage: desarrollo, aplicación y caracterización de nuevos recubrimientos consolidantes para la conservación del patrimonio’, financiado por la Fundación Séneca, que eligió esta iniciativa y a otras quince de la UPCT en su última convocatoria de ayudas a proyectos de investigación científica y técnica.
El grupo de investigación AMBAR, que dirige Marcos Lanzón, va a desarrollar nuevas técnicas de estabilización de sillares y pinturas murales del Teatro Romano y otros yacimientos de Cartagena. En el caso de las pinturas, cuyo sustrato original es cal, se aplicarán nanopartículas puras de hidróxido de cálcico Ca(OH)2. “El objetivo es recuperar y consolidar el esplendor de estos restos artísticos, de los mejor conservados de toda la Península ibérica”, señala el investigador responsable.
Precisamente esta semana, el Teatro Romano de Cartagena acoge el congreso internacional La pintura romana en Hispania, en el que este viernes va a dar una charla Marcos Lanzón explicando las técnicas de química analítica con las que se están estudiando las técnicas de pintura romana mediante fluorescencia de rayos X, difracción de rayos X, termogravimetría y microscopía.
Estos investigadores ya han aplicado anteriormente procedimientos químicos de síntesis para conservar el patrimonio cultural en el Teatro Romano y en la restauración de un edificio modernista. “Las nanopartículas se dispersan previamente en un alcohol que se evapora en apenas unos segundos sin dejar residuos tras ser pulverizadas sobre el monumento”, explica Marcos Lanzón.
“El tamaño de las nanopartículas es de entre 10.000-100.000 veces inferior al de los poros de la piedra, lo que asegura su buena penetración a nivel superficial. Posteriormente, en contacto con el CO2 ambiental, se transforman en carbonato cálcico, introduciendo una especie de cemento natural muy similar y compatible con areniscas blandas como el Tabaire, utilizada en Cartagena desde tiempos de los romanos”, detalla el investigador de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Edificación (ETSAE) de la Politécnica. “Los romanos, sabedores de las debilidades de la arenisca extraída en Canteras, ya recubrían la piedra con estucos de cal”, añade.