Ayer sábado quedaba instalado, de nuevo en la plaza de San Sebastián, el Monumento al Procesionista, pero esta vez, tal y como anunció el alcalde, José López, sobre una peana de cantos romos, de un metro de altura, que además dedignificarlo, tratará de evitar las continuas agresiones y gamberradas de la que ha sido objeto desde que se colocó hace unos años en este emplazamiento, a ras de suelo.
La operación ha durado unas tres semanas y han concluido, tal y como prometió el alcalde, antes del inicio de las procesiones.
El conjunto escultórico, obra de Manuel Ardil Pagán, data del año 1983 en que fue inaugurado en su emplazamiento originario de la confluencia de la calle del Carmen con Tolosa Latour. Allí estuvo sobre una peana, hasta finales de los años 90 del pasado siglo, en que con ocasión de la remodelación de la zona, fue trasladado a plaza de San Sebastián e instalado a pie de calle.
La decisión resultó polémica, ya que desde entonces se han venido sucediendo las agresiones y los desperfectos en las figuras, producto de gamberradas, como la rotura de la varas, tramos de cíngulo y el sepulcro que portaban los nazarenos.
Con ocasión de la instalación de la nueva peana, se ha recuperado y colocado en su frente el escudo de la ciudad que tenía originariamente el monumento.