Las fiestas de Perín vivieron el sábado uno de sus principales hitos, la subida del burro al campanario para cumplir con la tradición de limpiarlo de los matorrales que allí crecían, pero antes se paseó al pollino por las calles del pueblo, el real y su versión en cartón piedra, que es el que realmente izan a la torre de la iglesia.
En el desfile de carrozas previo, los vecinos disfrutaron y dieron rienda suelta a su vertiente más festiva y colorida, portando divertidos disfraces. Y la noche acabó por todo lo alto, con cohetes y fuegos artificiales.
Durante toda esta semana y hasta el viernes, aún continuarán las fiestas en la localidad cartagenera, destacando la jornada que el sábado 15 de agosto le dedicarán a su patrona, la Virgen de la Piedad, con misa y procesión.