Víctor Lidio Jara Martínez, más conocido como Víctor Jara, fue profesor, director de teatro, activista político, militante en el Partido Comunista de Chile, pero sobre todo fue músico y cantautor y eso le convirtió en un referente de la canción protesta a lo largo y ancho del mundo, en un icono de la música chilena que hoy día sigue presente.
El festival La Mar de Músicas, que este año hace un Especial Chile, recordará la figura de Jara el domingo 19 de julio, con las actuaciones de los históricos Quilapayún, banda chilena en la que el chileno fue uno de sus miembros y que cumple ya cincuenta años sobre los escenarios y el cantautor chileno Manuel García, que retoma un proyecto que realizó hace diez años Víctor Jara Sinfónico, acompañado en esta ocasión por Orquesta y Coros de la Región de Murcia y el cantautor canario Pedro Guerra. El programa doble será el domingo 19 de julio, a las 20,00h. en el Auditorio El Batel. Las entradas cuestan 18 euros.
En un Especial de música chilena no podían faltar en La Mar de Músicas el homenaje a una de las figuras más importantes que ha tenido la música del país andino. Jara es un referente internacional de la canción protesta y de cantautor. Uno de los artistas más emblemáticos de todos los tiempos de Chile.
Fue el protagonista del movimiento artístico que se llamó la nueva canción chilena y su asesinato uno de los crímenes emblemáticos de la dictadura del general Pinochet, porque Jara fue con su guitarra y con sus versos el trovador de la revolución socialista del Gobierno de Allende. El crimen de Jara es en Chile el equivalente al asesinato de Federico García Lorca en España.
El ensañamiento con Jara fue uno de los signos de la dictadura de Pinochet (1973-1990), que truncó con brutalidad el Gobierno de Allende y los sueños socialistas, dejando más de 3.200 muertos y desaparecidos, alrededor de 30.000 torturados y decenas de miles de exiliados. El Gobierno socialista concitó una amplia adhesión de artistas e intelectuales. En los tres años de Allende, Chile vivió un destape cultural como nunca antes y Víctor Jara fue uno de los protagonistas.
Hijo de campesinos, conoció la explotación y miseria en su infancia y juventud. Aprendió música por la intuición de su madre. Cuando ella falleció, viajó a Santiago a estudiar teatro. Como director teatral recibió premios de la crítica y la prensa por sus montajes e hizo giras por dos continentes.
Mientras estudiaba dramaturgia, comenzó a tocar y componer con el grupo Cuncumén. Después trabajó con la pléyade del folclor chileno: Quilapayún, Inti Illimani, Ãngel e Isabel Parra, Patricio Manns, Rolando Alarcón. Violeta Parra fue una de las que descubrió tempranamente el talento de Jara como compositor e intérprete.
Militante comunista, Jara defendió a la Unidad Popular con su guitarra, hizo canciones de protesta, pero sus obras mayores, aquellas más sencillas e imperecederas, son las que brotan desde la tierra y de la pobreza de las barriadas periféricas de Santiago, las fuentes de su saber. Víctor creía que la mejor escuela para el canto es la vida.
Te recuerdo Amanda, Cuando voy al trabajo, El cigarrito, Luchin, Manifiesto, El derecho de vivir en paz, Plegaría a un labrador... son canciones que han acompañado la vida de chilenos, latinoamericanos y que además fueron y son himnos para muchos sectores de la sociedad alrededor del mundo. Éstas y otras canciones serán recordadas en el homenaje al cantante más importante que ha dado Chile junto a Violeta Parra en Cartagena.
El programa de actuaciones del domingo 19 de julio comenzará con la mítica formación Quilapayún, que es la expresión más comprometida y política de la música en Chile. El grupo fue el mayor emblema de la nueva canción chilena, el más identificado con el gobierno de la Unidad Popular; y su repertorio fue el que mejor representó, antes y después del Golpe Militar de 1973, a la izquierda política del país.
En agosto de 1973 emprendieron una gira por Francia que no tuvo regreso. Mientras daban una entrevista en una radio en París, se enteraron de la llegada de los militares chilenos al poder. Fue el inicio de un exilio que se prolongó hasta fines de los años 80. En ese período la banda evolucionó en su música y sus convicciones, manteniendo una escasa comunicación con el público local, pues, obviamente, la música de Quilapayún fue prohibida en el país (al punto de que sólo tener sus discos era motivo de sospecha para los servicios de seguridad del régimen militar).
Instalados en París, Quilapayún inició una serie de presentaciones en conciertos de solidaridad con la situación en Chile, y se convirtió en Europa en un símbolo de la resistencia. El pueblo unido jamás será vencido (1975), que incluye el himno del mismo nombre escrito por Sergio Ortega, fue su primer disco en el exilio, y mantuvo los códigos líricos y musicales que el grupo desarrollaba en Chile.
Durante su exilio en Francia, desde donde centralizaban una intensa actividad en todo el mundo, el conjunto exploró otros sonidos y amplió su discurso. Tras algunas crisis y períodos de silencio, hoy existen con músicos viviendo en Chile y en Francia, y han continuado grabando discos y haciendo giras, en un oficio que el 2015 cumple medio siglo de vida. Solemnes en su sonido y presencia, fruto de la rigurosa dirección artística de Víctor Jara en sus primeros años, las canciones de Quilapayún van desde los contenidos latinoamericanistas, antimperialistas y, a veces, abiertamente contingentes, a profundas reflexiones de la existencia humana.
Con ritmos e instrumentos andinos como base, su sonido se distingue sobre todo por su poderoso trabajo vocal. No hay una voz solista en el conjunto: yodos cobran protagonismo en distintos momentos, en un espíritu colectivo que es otro de los sellos del grupo. A partir de 1988, varios músicos fueron dejando paulatinamente al conjunto. Algunos regresaron a Chile con el retorno a la democracia. De los miembros que dieron origen a Quilapayun sólo queda Eduardo Carrasco en sus filas, pero Quilapayún es algo más que su formación, es historia viva de Chile.
Para muchas personas, Manuel García es lo más cercano a Víctor Jara que existe en la actualidad y que ha existido después de él. Manuel García comprometido en política como el propio autor de Te recuerdo Amanda, es el artista más destacado de la nueva canción chilena, un resurgir del movimiento que protagonizó en los años sesenta el propio Jara.
García también lucho contra la dictadura siendo un adolescente con su música y en 2006 fue la voz que protagonizó el tributo Víctor Jara Sinfónico, que casi diez años después se vuelve a presentar en España en Cartagena. Estará acompañado por Coro y Orquesta Sinfónica de Región de Murcia, Manuel García interpretará versiones de Víctor Jara como música clásica y del cantautor canario, Pedro Guerra.