La investigación ha corrido a cargo de Asuntos Internos, que suele trabajar muy alejada de los focos mediáticos y cuyo cometido es "aclarar hechos delictivos cometidos por chorizos con uniforme y pistola", según reconoce un veterano de esta unidad
Seis policías de la comisaría de Cartagena (Murcia) permanecen en prisión, acusados del homicidio de Diego P., un hombre que llamó pidiendo ayuda porque se sentía amenazado por sus vecinos. El cadáver de la víctima fue hallado el pasado mes de marzo junto al mar, con el cuello roto, y desde entonces, primero la propia comisaría de Cartagena y luego la Unidad de Asuntos Internos de la Policía recabaron los indicios y las pruebas que han acabado con los seis agentes en la cárcel.
Son contadas las ocasiones en las que la Unidad de Asuntos Internos aparece en la prensa. Sus servicios suelen ser de "consumo interno" y pocas veces trasciendena los medios. "La misión de Asuntos Internos es muy sencilla: aclarar hechos delictivos cometidos por chorizos con uniforme y pistola", me dice un veterano de esa unidad. Policías que colaboran en redes de narcotráfico o que se convierten en narcotraficantes y agentes implicados en organizaciones de trata de mujeres copan la mayor parte del trabajo de Asuntos Internos, que no suele enfrentarse a delitos tan graves como el homicidio de Cartagena.
Solo pisan la comisaría de la plantilla en la que está el agente vigilado cuando necesitan la colaboración o la complicidad de los jefes o los compañeros del sospechoso
La unidad está compuesta por dos brigadas, cada una de las cuales tiene dos secciones divididas en grupos. El comisario principal Marcelino Martín Blas es el actual responsable de Asuntos Internos y comanda a un centenar de hombres y mujeres, elegidos entre todos los destinos policiales y de absoluta libre designación. La principal arma de la unidad es la discreción. Aunque su sede está en un edificio del madrileño barrio de Chamberí, los agentes de Asuntos Internos se desplazan por toda España con la máxima de no ser detectados por sus compañeros. Emplean las herramientas de cualquier otra unidad de investigación: seguimientos, intervenciones telefónicas, vigilancias..., pero trabajan desde pisos alquilados, en los que escuchan los teléfonos intervenidos o coordinan las investigaciones. Solo pisan la comisaría de la plantilla en la que está el agente vigilado cuando necesitan la colaboración o la complicidad de los compañeros o de los jefes del sospechoso. Para blindar sus actuaciones, la unidad tiene su propio grupo de intervenciones especiales para poner micrófonos, balizar un coche, intervenir comunicaciones o hacer toda clase de fontanería, sin tener que pedir la colaboración de otras unidades y así evitar fugas de información que puedan echar por tierra un servicio.
El estereotipo también persigue a los componentes de Asuntos Internos, como a tantos otros policías. "No se cobra más por trabajar en esa unidad –prosigue el veterano–, ni se asciende más rápido y la mala fama que puedan tener sus miembros es la que proporcionan los compañeros a los que se investiga". Dependientes directamente del director adjunto operativo de la Policía, el comisario principal Eugenio Pino, los agentes de Asuntos Internos reciben informaciones de todas las plantillas de España.
"Si se confirman las sospechas, es especialmente grave. Son policías de seguridad ciudadana, los que tienen que estar más cerca del ciudadano", asegura un comisario
Una circular obliga a todas las unidades policiales a poner en conocimiento de Asuntos Internos cualquier sospecha directa o indirecta que se tenga sobre el comportamiento de un funcionario de policía. "La unidad solo se encarga, o al menos solo debería de encargarse, de perseguir delitos. Los comportamientos irregulares o las faltas de disciplina no son de su competencia, por eso es muy importante filtrar bien las informaciones que llegan", señala el ex componente de Asuntos Internos.
Los seis policías de Cartagena siguen encarcelados gracias a un atestado de la Unidad de Asuntos Internos y de sus propios compañeros. Lejos de Murcia, las voces de sus compañeros no suenan al unísono. Hay quienes invocan la presunción de inocencia de los uniformados y hay quien lo tiene claro: "Si se confirman las sospechas, es especialmente grave. Son policías de seguridad ciudadana, de zeta, los que tienen que estar más cerca del ciudadano. Y ese tipo que pidió ayuda, acabó con el cuello roto", señala un comisario bragado en toda clase de destinos. Y no es el único que opina así.
Manuel Marlasca. Jefe de Investigación de La Sexta y colaborador de Antena 3 y Onda Cero