Una kora, arpa tradicional africana, la de Ballaké Sissoko, y un chelo, el de Vincent Segal, en un disco grabado en Bamako: 'Chamber music' (Música de cámara). Tres sesiones nocturnas en el estudio de Salif Keita en mayo de 2009. Lo ha publicado No Format!, pequeño sello parisiense en el que también graban la cantautora canadiense Mélissa Laveaux, Mamani Keita, Julia Sarr y Partice Larose o Gérald Toto, Richard Bona y Lokua Kanza. Juntos por primera y única vez en La Mar de Músicas de Cartagena mañana martes 20 de julio, a las 22:30 horas en la Catedral Antigua. Antes, en la plaza del Ayuntamiento los colombianos La Mojarra Electrica. El concierto se podrá escuchar en directo por Radio 3.
Un dúo es el arte de la conversación. No sólo hay que saber hablar, también escuchar. Ballaké Sissoko (Mali, 1968) y Vincent Segal (Reims, 1967) firman este disco fruto de una complicidad que han ido alimentado. Llevaban tiempo encontrándose en casa de Vincent cada vez que Ballaké pasaba por París. Resultado: se entienden sin hablarse, una simple mirada basta. Dice Segal que al grabarlo pensó en músicos como Nick Drake o Annette Peacock.
En 1999, Ballaké Sissoko grabó con Toumani Diabaté 'New ancient strings' (Nuevas viejas cuerdas), homenaje al disco que habían publicado los padres de ambos treinta años antes con el título de 'Ancient strings' (Viejas cuerdas). A Toumani, con el que se dio a conocer a principios de los ochenta formando un dúo, lo tuvo Sissoko hace cinco años en su disco 'Tomora', para el que contó también con las voces de Alboulkadri Barry, Rokia Traoré y Fanga Diawara. Ballaké, hijo del venerado griot Djelimady Sissoko, ha tocado con el guitarrista y cantante Taj Mahal y con el pianista italiano Ludovico Einaudi.
"Ballaké tiene un secreto, vive en la noche, el silencio es su guía. Por una extraña fotosíntesis se transforma cuando el sol se pone, el cansancio desaparece, también los problemas, la oreja se convierte en una magnolia gigante. Entonces comienza el juego. Los músicos conocen todos el placer del juego de cámara. "After midnight session', los jazzmen dice 'after affair', doble sentido maravilloso, concierto íntimo para después de club o cigarrillo de los amantes apaciguados. La kora de Ballaké y mi violonchelo son ciertamente viejos y venerables pero, en la noche de Bamako, tienen la belleza de niños tranquilos", ha escrito Segal en el cuadernillo de 'Chamber music'.
El francés Vincent Segal (o Ségal, según la fuente) tiene una formación clásica: conservatorio de Reims, conservatorio de Lyon (primer premio), beca para la Banff Fine Art School de Canadá... Aunque empezó con la música erudita es un todo terreno. Su primera gira –sin contar viajes por medio mundo con la Ópera de Lyon- la efectuó con Chuck Brown y P-Funk All Stars y su primer disco, 'T-Bone Guarnerius', data de 2002. Su nombre aparece en los créditos de compactos de Elvis Costello, Sting, Cesaria Evora, Matthieu Chedid (-M-), Vanessa Paradis o Carlinhos Brown, y en las bandas sonoras de películas como 'Le Voile des illusions' y 'Je suis heureux que ma mère soit vivante'. Con el percusionista Cyril Atef fundó Bumcello, dúo que su amigo Vic Moan definió como música industrial para país del Tercer Mundo.
La Mojarra Eléctrica en la plaza del Ayuntamiento
La mojarra es un plato tradicional de pescado, al que se añade sal y el jugo de unos limones, y se fríe con abundante aceite hasta que la piel esté bien crujiente.
Y la Mojarra Eléctrica es una banda colombiana que, antes, fue Pescao Frito. Surgió hace casi diez años en las calles de Bogotá: no es una manera de hablar porque sus miembros tocaban en la transitada esquina de la calle 19 con carrera 7ª. Dicen que, en el imaginario popular, esa intersección es sinónimo de malevaje, congestión de tráfico y vendedores ambulantes de lotería, revistas y menús de mazorca, chorizo, pincho y chicharrón. Un escenario asfaltado en el centro de la ciudad. Allí, entre carros atascados y peatones que les dejaban monedas en el sombrero, se juntaban unos músicos con tambores, gaitas, clarinete, saxofón, bombo, platillos, guasá, tambor cununo y marimba de chonta. Y un sonido costeño de puya, porro, bullerengue y currulao mezclado con timba, funk o hip hop.
Sus miembros son bogotanos, caleños, chocoanos... y un ejemplo de la diversidad cultural del país. Con un interés compartido por las músicas autóctonas de la costa colombiana Como dijo el guitarrista de la banda, Lucho Gaitán, lo que se está formando aquí es un sancocho (caldo espeso o sopa a base de tubérculos como la papa, la yuca, el ñame y el plátano, o fríjoles, al cual se agrega algo de carne o pescado). Escribe Álvaro Andrés Cuellar que cada uno de los integrantes de la Mojarra Eléctrica tiene el sello del folclor en su frente y que el trasfondo musical que los acompañó hasta hoy influye a la hora de hacer música: Irenke más R&B, Van Van más John Coltrane, champeta más ska. Los gustos de los muchachos de la Mojarra Eléctrica, además de la música tradicional del Atlántico y el Pacífico, pasan por Irakere, Manu Chao, Bloque de Búsqueda, Cachao, Bob Marley...
"Lo más complicado cuando se compone es lograr un sonido propio", dice el caleño Jacobo Vélez, clarinetista, compositor y director musical del grupo, que se encontró con Alejandro y Lucho mientras estudiaba en el CIDMUC en La Habana, y formó con ellos Puro Pescao, una banda que hacía covers de vallenatos viejos y proponía versiones de mapalé y 'La pollera colorá'. El primer disco, 'Calle 19', lo grabaron en 2003, el segundo, 'Raza', llegó en 2006, y el tercero se titulará 'Poder para la gente'.
Como bien dicen ellos, que han participado en las bandas sonoras de películas como 'Perro come perro', no son una ensaladita light. El premiado periodista Juan Carlos Garay ya lo avisó: "la Mojarra, además de limón y patacón, contiene el condimento perfecto de cumbias cienagüelas y currelaos apasionados. Su música tiene sazón de antaño con ingredientes frescos… Colombia, cuidao: la Mojarra te va a enganchar".