Brasil es uno de las principales países musicales del mundo, y Milton Nascimento uno de sus más originales compositores. Como su país, Milton es una mezcla de culturas y contrastes. Su música, perfectamente enraizada con las tradiciones de su país, ha despertado desde siempre un enorme interés en los artistas de jazz. Los más grandes han tocado sus creaciones, como Herbie Hancock, Wayne Shorter, Pat Metheny o George Duke.
Viene de nuevo a La Mar de Músicas a presentar un exquisito programa, acompañado por los hermanos Belmondo, músicos de jazz contemporáneo más solicitados de Francia. Los Belmondo, fieles admiradores de la obra del brasileño, han maquillado las más famosas composiciones de su ídolo, y juntos, acompañados por una sección de cuerdas de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia y una sección de vientos franceses, sorprenderán con este encuentro transoceánico, uno de los proyectos especiales del festival, mañana miércoles 9 de julio en el Auditorio Parque Torres, a las 23:00 horas. Las entradas cuestan 18 euros.
De momento sin precedentes se ha calificado este valiosísimo encuentro entre culturas que es Belmondo & Nascimento. Y dicen bien. Sólo por escuchar la versión del Ponta de Areia de Nascimento, este encuentro habrá merecido la pena.
Stéphane Belmondo (trompeta y clarinete) lleva años demostrando que el jazz europeo puede moverse cómodo en territorios ajenos. Y ahí están sus últimos aciertos: Hymne au Soleil (2003) con músicas de Lili Boulanger y Maurice Duruflé, con arreglos del otro Belmondo, Lionel (saxo y clarinete) para un ensemble de once músicos de clásica y jazz, y el disco Influence junto a un legendario jazzista estadounidense, el octogenario multiinstrumentista Yusef Lateef, una de las primeras influencias de Belmondo.
Ahora, los Belmondo han elegido por el repertorio de otro músico inmenso, Milton Nascimento (Río de Janeiro, 1942) al que admiran desde hace años, para grabar canciones imperecederas con unos arreglos limpios y emocionantes. Así ha surgido Belmondo & Nascimento. En el álbum, la sección de cuerdas es la de la Orchestre National d'Ile de Francia y en La Mar de Músicas, en este proyecto especial, son las cuerdas de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia y músicos invitados.
Stéphane, quien cambió el acordeón por la trompeta y estudió en el Conservatorio de Marsella, ha dividido su carrera profesional entre París y Nueva York. En la capital gala trabajó con músicos como René Urtreger o Laurent Cugny y la big band Lumière. Y allí se convirtió en el solista fetiche de Michel Legrand, conoció a Chet Baker, montó un quinteto con su hermano Lionel y un trío con la versátil Dee Dee Bridgewater, con quien también ha girado en Estados Unidos (donde ambién tocó con la pianista Toshiko Akiyoshi o el baterista Al Foster). En 1999 volvió a París, donde grabó con el productor y dj Frédéric Galliano y firmó el tercer álbum del Belmondo Quintet o uno de los álbumes imprescindibles de su discografía, Ameskeri, a dúo con el guitarrista Sylvain Luc.
Por su parte, Nascimento ha protagonizado otros encuentros mágicos. Ocurrió cuando, tras trasladarse a Belo Horizonte para dedicarse a cantar, conoció a Elis Regina; o muchos años después, cuando se cruzó con Sarah Vaughan en Brazilian Romance (1987), Grammy al mejor disco de jazz; o en Ángelus, el homenaje y reconocimiento del mundo del jazz (Herbie Hancock, Jack DeJohnette, Ron Carter o Pat Metheny y las colaboraciones de James Taylor y Peter Gabriel) hacia su obra y más concretamente a su disco Native Dancer de 1975, que surgió de una propuesta del saxofonista Wayne Shorter, quien había conocido al cantante en Río en la época de Clube da Esquina, el álbum que en 1972, Nascimento y Lo Borges habían grabado con Ronaldo Bastos, Beto Guedes, Toninho Horta y Wagner Tiso. Se considera uno de sus hitos personales y una de las grandes aportaciones de Brasil a la historia de la música universal con canciones como Tudo que voçe podía ser, Cais, O trem azul o Nada será como antes.
A partir del año 2000 el ritmo de producción se fue reduciendo. En 2003 quiso hacer un homenaje a su madre Lilia (los padres adoptivos de Nascimento, blancos, criaron al cantante en Minas Gerais) editando Pietá, en el que volvió a contar con instrumentistas ya amigos como Hancock y Metheny, y en el que aparecía el tema Tristesse, por el cual recibió su último Grammy.