Del 11 de enero al 26 de febrero
Centro Cultural Cajamurcia. Cartagena
De 18 a 21 h.
Sábados y domingos, cerrado
José Miguel de Miguel es el prototipo de fotógrafo aficionado de posguerra: buen conocedor de la técnica, finísimo positivador y asiduo de la Agrupación Fotográfica de Valencia. Con esta trayectoria se podría esperar de él una obra plagada de tópicos o una obsesión por realizar aquellas fotos preciosistas que ganaban los concursos. Y aunque es innegable que se volcó en este ámbito y obtuvo los mejores reconocimientos de la época, tuvo una virtud personal y creativa que imprime un carácter extraordinario a toda su obra: un innato sentido del humor.
Un humor ingenuo y vitalista que recorre toda su obra: es el caso de sus magistrales puestas en escenas casi cinematográficas (Iniciación, 1959), que está a menudo en el filo de lo exagerado sin atreverse a sobrepasarlo (Retrato de una boda, 1967). Sus tomas desprenden una perfección exagerada fruto de la construcción de las composiciones: su hijo, mujer y amigos colaboraron para recrear unas tomas redondas que añaden un punto de modernidad y distancia a una obra que, de otro modo, rozaría el cliché. Convive con ese humor cándido una mirada socarrona que se resume magistralmente en los títulos de fotografías como Últimos refugios, 1968, Perrerías, 1954 o Tribuna preferente, 1958, en los que da cuenta de una elocuencia que va mucho más allá de meros pies de foto.
Otro de sus grandes focos de atención fue el reportaje a la manera del instante decisivo que practicó con una mirada bienintencionada, pero a la vez crítica, hacia la realidad de su época. Curiosamente, el posicionamiento desde su mentalidad burguesa nos transmite una mirada a los cincuenta y sesenta complementaria a la de sus fotógrafos contemporáneos, mucho más críticos y conscientes de los movimientos de renovación fotográfica. En esta línea tiene imágenes contundentes como La alegría de vivir, 1966, que da título a esta exposición, junto a infinidad de fotografías de niños (a los que dedicó siempre una atención especial) o los recurrentes contrastes entre los pequeños y los adultos (Imitación, 1970).
La obra de este cartagenero afincado en Valencia no olvida algunos rincones de su tierra de origen y nos devuelve una valiosa mirada que ahora reconocemos como la de un clásico de nuestra fotografía contemporánea.
Todas las obras de esta exposición pertenecen a la colección de la Fundación Foto Colectania, una entidad privada sin ánimo de lucro, que tiene como finalidad difundir la fotografía y su coleccionismo. Cuenta con un fondo de más de 2500 obras de fotógrafos españoles y portugueses, desde 1950 a la actualidad.
Pepe Font de Mora
José Miguel de Miguel (1916, Cartagena–1988, Valencia) trabajó como escribiente en la notaría de su padre. En el año 1958 se trasladó a Valencia donde ingresó en el Foto Club de la ciudad. Allí formó en 1962 el grupo El Forat junto a José Segura Gavilá, Francisco Sanchís y Francisco Soler Montalar. También se integró en la Agrupación Fotográfica, mientras profesionalmente trabajó como representante de Nikon en Valencia. Participó en numerosos concursos, en los que consiguió infinidad de premios nacionales e internacionales. En 1967 fue nombrado arista FIAP, galardón otorgado por la Federación Internacional de Arte Fotográfico. En la década de los setenta expuso en diversas salas de Valencia, Tarragona y Lérida, pero fue en los ochenta cuando consiguió un mayor reconocimiento a su obra, exponiendo en diversas fotogalerías, en el IVAM o Centre d’Art Julio Gonzalez. Murió en Valencia en 1988. De Miguel podría considerarse el clásico representante de fotógrafo amateur que, en los años 60, buscó en las agrupaciones un lugar de encuentro, difusión y debate para sus fotografías. Tratando los temas habituales de aquella época, De Miguel destaca por una puesta en escena personal y por el sentido del humor que se transmite en toda su obra.