Van a lograr una doble titulación de ingeniería español y de máster en Reino Unido, obtienen las puntuaciones más altas y hasta son entrenadores de surf
Carlos Villanueva Prendes y Sergio Méndez Delegido, dos estudiantes de la Escuela de Industriales de la Universidad Politécnica de Cartagena, parten este miércoles hacia Escocia, para cursar el segundo año del máster en ingeniería mecánica de la Edinburgh Napier University. Cuando lo concluyan, tendrán dos títulos, el de máster del Reino Unido, y el español de ingeniería, gracias al convenio de doble titulación del que disfrutan una decena de alumnos de la UPCT cada año.
En su maleta han hecho sitio para sendos trajes de neopreno, porque ambos van a ser entrenadores del equipo de surf de la universidad escocesa. Es la nota curiosa del éxito académico que alcanzan cada curso los alumnos de la Politécnica de Cartagena en Escocia. “No es casualidad que las mejores notas sean siempre de estudiantes de la UPCT”, cuenta Carlos, que el año pasado realizó el Honorous Project (similar al TFG) más valorado de entre casi un centenar de compañeros.
No es un caso aislado. “Es habitual que de entre las siete puntuaciones más altas de cada asignatura cinco sean de estudiantes de la UPCT”, asegura. En su caso lleva un 80,7 de media, apenas unas décimas más que Sergio, con quien va a compartir piso. Las dos puntuaciones están holgadamente por encima de los 70 puntos, el mínimo que da derecho a titular como ‘First Class’, una distinción especialmente valorada en el mercado laboral. “Las empresas lo exigen expresamente en las ofertas de trabajo. Porque saben que aquí es fácil conseguir el aprobado, pero muy difícil sacar notas altas. Premian el esfuerzo”, razonan. De hecho, ya el año pasado uno de los alumnos de la Politécnica que fueron premiados por sus buenas en Napier fue inmediatamente contratado por una empresa gasística.
“La preparación que nos ha dado la UPCT aquí equivale como mínimo a un máster. El nivel de exigencia de la Politécnica de Cartagena es altísimo y no tiene nada que envidiar a las famosas universidades de Reino Unido”, explican los alumnos, que hicieron los tres primeros años del grado en el Campus de la Muralla y que cuando terminen en Escocia tendrán convalidado el cuarto año merced al acuerdo de doble titulación.
Becados por el gobierno escocés
Los estudiantes de la Politécnica de Cartagena que estudian en Napier no pagan las caras matrículas de las universidades británicas. Están becados por el gobierno escocés. “Es una inversión muy inteligente, porque buscan quedarse con los mejores profesionales de todo el mundo”, argumenta Sergio.
“En Escocia hay muchas opciones de trabajo como ingeniero, con sueldos y condiciones laborales más que decentes. Allí no te ofrecen prácticas abusivas y sí verdaderas oportunidades para acceder a la empresa”, detalla.
El idioma tampoco es un problema para estos estudiantes, a los que se les exige para acceder al programa un nivel B2. “La Universidad está totalmente enfocada a los alumnos internacionales, escoceses apenas hay. Los profesores son la mayoría también extranjeros, lo que que facilita entender lo que dicen. Me es más difícil comprender a la gente por la calle”, comenta.
“La mejor decisión”
“Lo que más me gusta es la ciudad. En Edimburgo siempre hay algo que hacer, y la Universidad fomenta que participemos en grupos deportivos o musicales. Además, hay menos clases y más tiempo libre. Y lo mejor es que el tercer trimestre es solo para recuperaciones, por lo que los que aprobamos estamos de vacaciones ¡desde mayo!”, exclama Carlos. “Me da hasta vergüenza decirlo”.
Hasta al mal tiempo se han adaptado. “Lo peor es la temperatura del mar. El día bueno está a 6 grados. Me he tenido que comprar un traje nuevo de neopreno”, reconoce Carlos. También es una pega el alto nivel de vida en Escocia. “Mis padres están haciendo un gran esfuerzo, pero sé que hacer la doble titulación ha sido la mejor decisión de mi vida. Tener un título de ingeniero en español y otro en inglés nos va a abrir puertas en todo el mundo”, argumenta.
“Estamos muy agradecidos a la Universidad Politécnica de Cartagena y particularmente al Servicio de Relaciones Internacionales y a Mathieu Kessler, por habernos ayudado a disfrutar de esta gran oportunidad”, concluye.