No es fácil enganchar al lector joven. Lo sabe bien Juan Ramón Barat, que lleva ya muchos años dedicado a esto de la enseñanza. Aunque sí que tiene varios trucos que se guarda bajo la manga y que utilizó para escribir Deja en paz a los muertos. Se trata de un thriller cargado de grandes dosis de misterio, intriga, miedo y amor. Quienes ya se han adentrado en esta historia son los lectores del Premio Hache, pues es una de las finalistas que opta a ganar este curioso certamen literario.
Este profesor de vocación es el segundo autor de esta categoría del concurso de Premios Mandarache que visita Cartagena. Ya lo hizo en diciembre la responsable de crear Manolito Gafotas, Elvira Lindo.
Una treintena de jóvenes de los Centros Interculturales del Menor, coordinados por la Concejalía de Servicios Sociales, mantuvieron un encuentro con Juan Ramón Barat que él mismo calificaba esta mañana de más allá de maravilloso. Y es que se sorprendió ante la vida tan difícil que habían tenido estos pequeños, además confesaba orgulloso cómo uno de esos muchachos había leído como primer libro el suyo. Me sentía tremendamente ilusionado al saber que había sido capaz de adentrar al joven en la literatura, explicaba el escritor.
A primera hora de esta mañana, los más madrugadores del IES Juan Sebastián Elcano tenían la oportunidad de conocer al autor y exponerle todas las dudas sobre el relato. Sería más tarde cuando más de 600 estudiantes de diferentes centros se concentraban en el Paraninfo de la UPCT para escuchar a Barat.
Como él mismo contaba, sabe bien lo que sus alumnos quieren, lo que les gusta y lo que les desagrada. En el caso de la lectura, son pocos los que se atreven allegar hasta el final del libro, ni siquiera de abrir la primera página. De ahí, los capítulos cortos, el lenguaje moderno y los temas de amor e intriga que aparecen en sus novelas, como en el caso de Deja en paz a los muertos.
El truco está en escuchar a los jóvenes, yo siempre les pregunto a mis alumnos para orientar la historia que estoy escribiendo, aseguraba. Sus obras no sólo pasan por el filtro de sus pupilos, sino también por el de sus amigos y, en especial, el de su mujer: Sé que ya está listo el libro cuando mi esposa le da el visto bueno. Y es que lo mejor, según este autor, es dejarse llevar por la imaginación desbordante de los demás, sobre todo, de los más pequeños.
La inspiración para crear esas historias le llega de todas partes. Son pequeños retazos de su vida, su familia y de sus alumnos. En Deja en paz a los muertos, por ejemplo, los nombres de los protagonistas, Daniel y Ãngel, son los de sus hijos, ya que no paraban de repetirme que querían salir en alguna novela mía. Y el apellido de Daniel, Villena, de un cartel de un pueblo por el que pasó él con su familia cuando iban en coche. Y así, un guiño detrás de otro.
Deja en paz a los muertos cuenta la historia del adolescente Daniel Villena que conoce a un muchacho de su edad, del que pronto descubrirá que hacía poco más de 6 meses que había muerto. Tras recibir una carta amenazadora en la que se lee Deja en paz a los muertos o muy pronto serás uno de ellos, el protagonista de esta historia hará las veces de detective para descubrir la verdad sobre este entramado. Además del mundo de fantasía, también se hace referencia al tráfico de drogas a lo largo del relato.
Ya son más de 1.700 alumnos los que participan este año en esta categoría, la del Premio Hache, que ha alcanzado su más alta cota de participación. Estos adolescentes de entre 12 y 14 años son los encargados de elegir al ganador de entre los tres finalistas. El último autor que queda por visitar Cartagena para reencontrarse con sus lectores es Pedro Ruiz García, que lo hará el próximo mes de febrero.