En el centro de Times Square de Nueva York, rodeado de los enormes anuncios de neón, musicales y turistas, se exhibe la muestra Mírame Lima que se exhibirá en unos días en Cartagena. A modo de postales, los fotógrafos peruanos Morgana Vargas Llosa y Jaime Travezán han realizado una serie de retratos que registran la tradición, historia y creencias de decenas de familias limeñas en la muestra fotográfica que saldrá directamente de Perú a Cartagena para exponerse en el festival La Mar de Músicas. Desde aquí comienza el primer paso de una extensa gira por distintas salas y museos de Europa. En Cartagena estará expuesta en el Palacio Consistorial del 15 de julio al 31 de agosto.
Mírame, Lima reúne imágenes que no solo registran un espacio y un momento, sino que cuentan muchas historias y plantea una tradición. Son 50 fotografías de distintas familias limeñas que reflejan las muchas formas de ser, de existir. De las muchas formas en la que viven, trabajan, y creen los peruanos. Hay familias de origen árabe, japonés, italiano, de varias provincias del país. Todos limeños de nuestro siglo a fin de cuentas.
Con este proyecto los autores han querido contribuir a mejor la convivencia de sus paisanos: vivimos aislados y en pequeñas burbujas desde las que no salimos por temor, desconfianza y falta de información, entre otros factores, sostiene Morgana Vargas Llosa, hija del ganador del Nobel Mario Vargas Llosa. Somos conscientes que tenemos una tarea pendiente con la discriminación y la falta de integración en nuestra ciudad. Creemos que la mejor manera de sentirnos orgullosos de las diferencias que nos caracterizan es mirándonos y conociendo a nuestros vecinos, añadió Jaime Travezán, el otro fotógrafo responsable de la muestra. Ambos estarán en Cartagena.
Somos 8 millones 432 mil limeños. ¿Nos miramos lo suficiente? ¿Nos conocemos realmente? Con estas preguntas nació el proyecto fotográfico cuyo objetivo primordial es mostrar la diversidad cultural del Perú. Las 50 familias retratadas son anónimas. Podrían ser unos primos lejanos, unos vecinos de la infancia, la dueña del chifa, el sastre del barrio o la diseñadora de modas. Cualquiera de nosotros podría estar aquí.
Todas estas familias abrieron las puertas de sus casas y se dieron a conocer. Eligieron sus objetos más queridos para, como en una obra teatral, poner en escena su propia vida: quiénes son, con qué sueñan y en qué creen. Buscaron los elementos que los representaban de la manera más sincera: alguien eligió la maleta que hace veinte años usó para viajar del Cuzco a la capital, otros quisieron mostrar su álbum familiar, los platos que protagonizan sus domingos, los instrumentos que le ponen música a sus vidas o los libros que ampliaron sus horizontes. En muchos de los casos, las familias se extendieron y abrazaron nuevos miembros: trabajadores, amigos o alumnos.
Desde que era un damero de 17 manzanas, Lima siempre ha sido una ciudad de oportunidades para quienes llegaron con voluntad de progreso. Lo ha sido tanto para los migrantes provincianos como para los italianos, chinos, japoneses, árabes, españoles, franceses o alemanes que, con sus costumbres y creencias vienen enriqueciendo y multiplicando la ciudad desde hace 478 años. Desde entonces, tenemos en común la neblina, el mar y la nostalgia: ser limeño es un rasgo psicológico, un estado de ánimo, algo que nos define y nos une. Sin embargo, existe todavía el temor a mirarnos, a ponernos en el lugar del otro y aceptarnos.
Mírame, Lima es una invitación a conocernos sin prejuicios y a pasear por una Lima plural, en cuyas casas y calles se refleja el mundo entero.