Guitarras acústicas y armonías vocales. Los aficionados más veteranos lo tienen claro: son los Simon y Garfunkel de nuestros días. Si son más jóvenes probablemente los comparen con Belle y Sebastian. Kings of Convenience actúan mañana miércoles 21 de julio a las 22:30 horas en el Patio de Armas del Cuartel de Artillería de Cartagena. Las entradas cuestan 20 Euros.
Con este nombre se presentan dos treintañeros noruegos, Erlend Øye y Eirik Glambek Bøe. Son de Bergen, una tranquila (y lluviosa) ciudad de la costa de Noruega, y amigos desde que tenían quince años -aunque hayan contado en alguna entrevista que se conocieron en la embajada de Noruega en Pakistán, iban juntos al colegio: eran los dos únicos chicos de la clase a los que les gustaba Pink Floyd-. Su primer disco, 'Quiet is the new loud', se publicó en el 2001. Según el diario The Guardian, una deliciosamente melancólica confluencia de Simon & Garfunkel, Nick Drake, Astrud Gilberto y los Pet Shop Boys.
Eirik recuerda que "la gente nos decía que éramos una m... Sólo transcurridos diez años algunas personas empezaron a apreciar lo que estábamos haciendo". No parece que compartieran entonces los mismos sueños. Tras el disco, Eirik permaneció en Bergen para terminar sus estudios de Psicología, se emparejó y tuvo un hijo, mientras Erlend, que quería ver el mundo, se instaló en Berlín donde grabó un disco en solitario, estuvo cantando con Royksopp y empezó a hacer de Dj. Erlend también trabaja con The Whitest Boy Alive, una banda más festiva. Al hombre de las gafas desorbitadas le gusta la música de baile y ahí está, por ejemplo, 'Boat behind'. "A menudo pienso que nuestra música es muy similar a lo que llamarías electrónica. Es más similar a eso que al pop o al rock en el sentido de que puedes escuchar la textura de la guitarra y la voz, igual que si estuvieras ante una oscilación de sintentizador arriba y abajo".
En el 2004 'Riot on an Empty Street' –con Feist en varias canciones- les costó casi seiscientas horas de grabación. Cinco años más tarde han grabado 'Declaration of Dependence', con muchas menos horas de estudio y bajo el encanto de la bossa nova. "Todo el mundo conoce la Declaración de Independencia, que quizá sea la base del capitalismo. "Estamos mejor sin tí", es lo que te está diciendo. Pero la verdad es que nosotros queremos ser parte de algo, sentir que somos importantes, que alguien nos cuida y que esa persona se sentiría triste si nos fuéramos".
En la lluviosa Bergen, muy al norte de Europa, ellos se sienten lo suficientemente aislados como para poder hacer lo que les gusta sin preocuparse de lo que está de moda. Intentando conservar la sensación de que escriben canciones para ellos y nadie más.
Los Gaiteros de San Jacinto en la plaza del Ayuntamiento
Hace tres años el Grammy latino les cambió la vida. El premio al mejor disco de música folclórica por 'Un fuego de sangre pura', editado por Smithsonian Folkways, lo recogieron en Las Vegas, el 8 de noviembre de 2007, dos de sus miembros más veteranos, Juan Fernández 'Chuchita' y Manuel Antonio García 'Toño'. Era el reconocimiento a toda una vida y a la música que ellos aman. Desde entonces están solicitadísimos. Como ya sucedió en los años cincuenta, cuando Toño Fernández recorrió Colombia, y viajó por Europa y Asia, en compañía de los folcloristas Manuel Zapata Olivella, escritor y etnomusicólogo, y su hermana Delia, bailarina y coreógrafa.
No es posible hablar de Los Gaiteros de San Jacinto sin hacerlo de Miguel Antonio 'Toño' Fernández, el fundador –murió en 1988- de esta agrupación que lleva el nombre del municipio que la vió nacer. Fue el amo y señor de la gaita, flauta de pico de sonido melancólico, para esta música que se diseminó por la región del Caribe colombiano y cuyo sonido se asocia con la cumbia. Esa cumbia que luego incorporaron a sus repertorios las orquestas de los salones de baile hasta convertirla en uno de los géneros más populares de América. Él habría sido el primero en introducir letras en la música de los gaiteros. Y suyos son temas como 'Candelaria' y 'La maestranza', que siempre suenan en las presentaciones de Los Gaiteros de San Jacinto.
Se cuenta, para explicar de forma poética el nacimiento de la música de gaita en la falda de los Montes de María, que el indígena kogi bajó de los nevados con sus flautas imitando el sonido de los pájaros, el negro llegó con la cadencia de sus tambores, y el español se impuso con su melancólico canto.
La agrupación, de gaitas y maracas indígenas y tambores africanos, la creó probablemente Toño Fernández a finales de los años cuarenta. Y parece ser que ya en octubre de 1.934, los señores Fuentes grabaron en Cartagena unas gaitas tocadas por Manuel Silvestre. El documental 'Los Gaiteros de San Jacinto' permite ver a Delia Zapata y a músicos que ya no están entre nosotros contarnos su historia.
Más de un siglo después, Los Gaiteros de San Jacinto, con músicos de varias generaciones en sus filas, siguen escribiendo la historia de esos ritmos originados en pequeñas comunidades ubicadas a lo largo del Caribe colombiano y continúan haciendo bailar a la gente con el fuego de la cumbia, la puya, el porro o el bullerengue. Salen a tocar con unas sandalias que ellos llaman abarcas tres puntá y los instrumentos que llevan décadas paseando por el mundo: dos gaitas de caña o millo (macho la de dos agujeros y hembra la de cinco), un tambor alegre (cónico y de un solo parche), un llamador (más pequeño que el alegre, también cónico y de un solo parche), una tambora (tambor cilíndrico con membranas en ambos extremos), maraca y acordeón.