Este mediodía ha tenido lugar el acto de nominación de la sala A del Auditorio de El Batel como Sala de Isidoro Máiquez, cumpliendo el acuerdo de pleno del pasado 23 de febrero de 2017, que aprobó dedicar este espacio al insigne actor y dramaturgo cartagenero de los siglos XVIII y XIX, dentro de las actividades del Año de la Ilustración.
Durante el acto el alcalde ha recordado los méritos que cosechó a lo largo de su carrera, no sólo en el mundo de la interpretación, sino también en lo referente a la organización de las funciones teatrales y el cometido de los diferentes profesionales e intervinientes.
El actor Isidoro Máiquez Rabay nació en Cartagena, el 17 de marzo de 1768. Era hijo de actores y se dedicó a la profesión de sus padres. Debutó en Madrid en 1791 en la compañía del actor Martínez, en el teatro del Príncipe. Fue protegido tempranamente por los duques de Osuna, recibiendo de ellos y de Godoy, las ayudas necesarias para formarse en París, donde estudió con François Joseph Talma.
Introdujo en la escena española las novedades del teatro francés y, sobre todo, la interpretación naturalista de su maestro, cuidando mucho el vestuario y los decorados. Su éxito en Madrid fue inmediato tras su interpretación, en 1802, de Otelo de Shakespeare, convirtiéndose en el gran actor de la escena española.
Su actividad de escritor, de director de teatro, con un concepto noble de su profesión, y de maestro de jóvenes actores, fue decisiva en el desarrollo y modernidad de la interpretación teatral española, promoviendo la creación de una Escuela Nacional de Declamación.
Como dramaturgo, es autor de un Reglamento, en 1818, en el que se planteaban algunas reformas importantes en la vida teatral madrileña. Curiosas medidas, algunas de ellas, que dan idea de lo que era el teatro entonces y el importante giro que él propició como:
Creación de una Junta para administrar los fondos, compuesta por los dos autores (empresario y dramaturgo) y dos cómicos de cada teatro.
Fusión de los intereses de las dos tradicionales 'compañías de verso’, con una de 'cantado' y otra de ‘baile'.
Conservación del cargo de ‘autor’, que en el esquema de la época, era el equivalente a empresario teatral.
Elevar la figura del director, de manera que su opinión prevaleciera en la organización del orden de trabajo y los ensayos, pudiendo requerir en caso de conflicto la mediación del corregidor.
Anunciar en los carteles el nombre de los artistas.
Supresión de los vendedores ambulantes en los teatros.
Implantación de las funciones nocturnas.
Supresión de la figura del gracioso (que anunciaba las funciones sucesivas.
La libertad de las compañías quedaba bajo la autoridad del corregidor de la villa.
El alcalde también ha recordado que Máiquez fue, así mismo, uno de los pioneros en la defensa de la creación de una Escuela Nacional de Declamación. y ha terminado su intervención con un soneto que le dedicó Leandro Fernández de Moratín a Máiquez:
Tú solo al arte adivinar supiste
que los afectos acalora y calma;
tú la virtud robustecer del alma,
que al oro, al hierro, a la opresión resiste.
Inimitable actor, que mereciste
entre los tuyos la primera palma,
y amigo, alumno y émulo de Talma,
la admiración del mundo dividiste:
¿a quién dejaste sucesor muriendo?
¿de quién ha de esperar igual decoro
la escena, que te pierde, y abandonas?
Así dijo Melpómene, y vertiendo
lágrimas en la tumba de Isidoro
cetro depone, y púrpura, y corona.
Junto al alcalde han estado presentes en el acontecimiento el segundo teniente de alcalde, Francisco Calderón, el concejal del Área de Cultura y Patrimonio, Ricardo Segado, el portavoz de Ciudadano, Manuel Padín, la concejala del grupo popular, Esperanza Nieto, y la Ciudadano, Ana Rama.
La placa descubierta reproduce la silueta de la popular estatua de Isidoro Máiquez de la plaza de San Francisco.