Dos escritoras de las Islas Baleares, Patricia Almarcegui (Menorca) y Carla Nyman (Mallorca), abrieron la edición 2024 de La Mar de Letras, sección literaria de La Mar de Músicas, el festival más reconocido de la Región de Murcia. Almarcegui, investigadora de culturas orientales, exbailarina y autora de ensayos, novelas y libros sobre el viaje, y Nyman, escritora y directora de escena, conversaron con Manuel Madrid, jefe de Culturas de LA VERDAD, en un encuentro muy distendido y participativo en el que presentaron sus dos últimos trabajos, dos novelas. ‘Las vidas que no viví’ (Candaya), en el caso de Almarcegui, y ‘Tener la carne’ (Reservoir Books), de Nyman.
Dos autoras que coincidían por vez en primera en escena, y que dialogaron sobre la construcción de mundos literarios, sobre las mujeres, sobre los cuerpos y sobre la memoria y el sentimiento de culpa. En la novela de Almarcegui encontramos a dos mujeres en crisis, que se encuentran casualmente en Menorca, Anna y Pari, refugiada iraní en la isla. En la novela de Nyman, que en principio fue un monólogo teatral, hay dos mujeres, madre e hija, que pasean el cadáver de un hombre, Bruno, por la provincia de Almería y que viven un duelo por la ausencia permanente de un hombre que les dé estabilidad afectiva.
El impacto negativo del turismo, la gentrificación, la crisis de la vivienda… están muy presentes en la novela de Patricia Almarcegui, quien considera que “cabe la posibilidad de viajar de forma más respetuosa. Hay un proceso de gentrificación de alto poder adquisitivo que hace mucho daño a los menorquines y que ha hecho que los precios se disparen. Una aproximación antropológica al turismo todavía no se ha hecho”. Almarcegui sostiene que hay maneras de preservar los lugares de la especulación, de consumir menos y de que haya recursos y viviendas para todos. Una obra en la que descubrimos los catorce verdes de Cala Morell, escuchamos poesía iraní, y nos introducimos en esas vidas que necesitan olvidar también y que se relacionan con estos lugares.
Nyman señaló que ‘Tener la carne’ tiene como apéndice la obra ‘Salomé’, y que esta dialoga muy bien su poemario anterior, ‘Líquida tuya y vertebrada’, “porque que estamos atravesados por el cuerpo y la carne de las personas con las que nos atravesamos. Todo es apéndice de todo”. La joven mallorquina, que veranea en La Manga del Mar Menor y orígenes murcianos y finlandeses contó como referencias de esta obra a la escritora argentina Ariana Harwicz, que trabaja también este mundo de la perversidad sin juicios ni moral; o Samanta Schweblin, que también trabaja las relaciones materno-filiales desde el extrañamiento, o ‘Diario de un loco’, el cuento de Nikolái Gógol, una persona que en la ficción va aumentando su delirio.