Pésima imagen para los visitantes. Durante los meses de verano, cientos de turistas usan la escalera imperial de la Muralla del Mar. Les llama la atención su belleza y contraste pero, a la vez, también su dejadez y abandono. El Partido Cantonal de Cartagena propone obras de restauración en la misma que acometan los desperfectos más importantes. El monumento, que pese a su factura neoclásica es obra del arquitecto modernista Víctor Beltrí, presenta placas rotas, adoquines sueltos en la parte superior, tapas de toma de agua destrozadas en la parte inferior, la desidia de la fuente seca y sin uso y una incrustada suciedad consecuencia del desprendimiento del fruto de los grandes árboles.
La última gran reforma de este acceso al casco histórico desde el Paseo Alfonso XII tuvo lugar en 2011. Aunque la intervención mantuvo el diseño original de Beltrí, el Ayuntamiento de Cartagena introdujo modificaciones que adecuaba la escalera al siglo XXI. Así los pasamanos pasaron de 0,85 metros a 1,05 metros y la nueva piedra natural del enlosado, traída de la cantera de Cabezo Gordo, sufrió un tratamiento de impermeabilización que evita humedades y filtraciones. Pero el tiempo ha hecho mella ya en aquella rehabilitación y ahora causa sonrojo uno de los elementos decorativos que más contemplan los foráneos.
Los trabajos de construcción de esta escalera imperial datan de 1917. Su estructura guarda perfecta simetría con el edificio de la antigua Escuela de Guardiamarinas, conocido hoy como Servicios Generales de la Armada y actual residencia militar, de la calle Muralla del Mar. Las autoridades municipales ubicaron la escultura de Cristóbal Colón justo en este punto de la avenida en 1921. Y durante esa década de los años veinte prosiguió el desarrollo del entorno con la adecuación de jardines, fuentes y bancos de azulejería de estilo sevillano. Las infraestructura también fue muy usada por los cartageneros de principios del siglo XX ya que servía de acceso al recién remodelado Paseo Alfonso XII con la instalación de los famosos quioscos de la Feria de Cartagena, entre los que destacaban aquellos relacionados con sociedades recreativas de la ciudad como el Casino y el Círculo Militar, obra de los más renombrados arquitectos de la época como Víctor Beltrí y Francisco de Paula Oliver Rolandi, que presidían el recinto festero junto al denominado pabellón municipal.