Vamos a hacer realizar un pequeño recorrido por la prensa cartagenera de finales del siglo XIX y buena parte del XX para conocer cómo era sentida y vivida la Navidad.
Comenzamos con las misas de Gozo celebradas en la parroquia de san Diego, antiguo convento franciscano, anunciando el diario consultado (El Eco de Cartagena, 15 de diciembre de 1877) que desde el día 18 al 24 serán cantadas con villancicos por el coro de niñas acogidas en la Casa de Misericordia. En estas eucaristías también participarán la banda de música de niños de dicha institución benéfica.
Otra publicación (Cartagena Artística, 20 de diciembre de 1890) da cuenta de cómo en toda la cristiandad se llevaron a cabo piezas teatrales, como el oficio llamado Los Pastores, en el que auténticos pastores y monaguillos cantaban en el templo con instrumentos rústicos, lenguaje vulgar y ejecución de bailes. A finales del siglo XVII en Castilla bailaban los fieles disfrazados de pastores, llegando a tales excesos que se suspendió la tradición. Se encendían hogueras en las puertas de las iglesias para cantar allí los cantos típicos de la Pascua con rabeles, zambombas, tambores, panderos y otros instrumentos, según la localidad de que se tratara.
Villancicos y Autos
Posteriormente acostumbraron las familias a reunirse, cantando villancicos ante las imágenes del belén doméstico, desde la finalización de la cena hasta la hora de marchar a la misa del gallo. Lamenta el periodista que se vayan perdiendo esas costumbres, en otro tiempo tan arraigadas. En esto no cambiamos porque lo observamos en todo siglo y lugar: la añoranza de tiempos pasados. Se canta lo que se pierde.
Informaba la Hoja Oficial de Cartagena (3 de enero de 1940), editada por el Ayuntamiento, que, en un teatro de la ciudad, sin mayor especificación, tendría lugar el Auto Sacramental "La adoración de los Reyes al Niño Jesús", los días 5, 7 y 8. La obra corría a cargo de la Organización Juvenil del Movimiento, cantándose villancicos por las camaradas de dicha entidad, que en la tarde del 24 de diciembre recorrieron las calles de la ciudad cantándolos.
Desde 1966 y durante buena parte de los años 70, tuvieron gran apogeo en el cine Mariola los concursos escolares de villancicos, organizados por el Círculo de Juventudes de la Sección Femenina, que dirigía Josefina Munuera, con el patrocinio del Ayuntamiento. La rivalidad era muy apretada por la calidad interpretativa de los grupos, que actuaban ante un caudaloso público que desbordaba butacas y zona de pasillos, y un solvente jurado presidido por Juan Lanzón, después catedrático del Conservatorio. El profesor de música José Espinosa preparó a muchos de estos coros y las pruebas clasificatorias tenían lugar en la Casa de la Cultura -espacio hoy ocupado por la Asamblea Regional-, como me recuerdan e ilustran con documentación las hermanas Isabel y María José Rosique, quienes formaban parte de la organización.
Nochevieja con uvas
Dando otro salto en el tiempo, leemos, la despedida del año y recibimiento de 1950 en el salón Continental de Los Dolores, con la simpatiquísima Teresita Gimeno, la orquesta Continental y una concurrencia selecta para "comer doce granos de uva, bullangeros e inolvidables", rifándose una cesta de Navidad. A la finalización habrá servicio de autobuses (El Noticiero, 20 de diciembre de 1949).
En ese misma publicación y día se anuncia el baile de Nochevieja en el teatro Circo con servicio de bar a precios económicos, aunque debe reservarse mesa con antelación. El salón Avenida ofrecía una despedida de año con la orquesta Avenida, alegría y "reparto de la clásica uva" y obsequio de una cesta. En este caso se oferta a los clientes un servicio permanente de tranvías. Otros anuncios de prensa apuntan a los Reyes Magos, advirtiendo que, en Gallego Hermanos encontrarán "juguetes bonitos y baratos".
La ´década de los 60, 70 y parte de los 80 del XX conocieron el auge de las cenas guateques de Nochevieja en la cochera, almacén o vivienda vacía, propiedades de la familia de alguno de los mozos o mozas de la pandilla. No faltaba el bailoteo gracias al tocadiscos, enchufando la tele para seguir las campanadas desde la Puerta del Sol de Madrid. Finalmente se impondrán las discotecas y los restaurantes con cenas, bailes y cotillón.
Todo apunta a que las primeras cabalgatas fueron debidas a la célebre Casa Garnero, (El Eco de Cartagena, 7 de enero de 1919), cortejo compuesto entre otros elementos por una carroza con una representación del portal de Belén, Reyes a caballo, pajes, esclavos, egipcios, banda de música. Unos días más tarde, la prensa se hacía eco del éxito de dicha fiesta, que ya se venía organizando desde algunos años atrás (El Porvenir, 13 de enero de 1919), y que la firma comercial, dedicada a artículos de regalo, librería y papelería, ofrecía un banquete en el Gran Hotel a sus empleados y a representantes del periodismo local.
Más tarde pasó a ser organizada por el Ayuntamiento, aunque fuera del centro urbano tenían lugar otras cabalgatas más modestas en barrios y diputaciones, como en Barrio de Peral, preparada con ilusión por los jóvenes de la Comisión de Festejos (El Noticiero, 4 de enero de 1969). Aunque quedaba claro que el reparto de juguetes correspondería a los encargos previamente realizados en la tienda de Modesto Celdrán, sita en calle Submarino.
José Sánchez Conesa. Cronista de Cartagena