Al ocaso del viernes, 8 de febrero, tenía lugar el descubrimiento del monolito diseñado por la escultora Natividad Serrano Jiménez con la que se ha querido rendir homenaje a los al menos 57 cartageneros víctimas de los campos de concentración nazi. Más de doscientas personas arroparon la inauguración del monumento, que incluye los nombres de las personas que estuvieron presas y pasaron especiales penalidades, pagando incluso con su vida, en Mauthausen. Situado en la confluencia de las calles Ronda y Carlos III ha sido erigido por el Ayuntamiento de Cartagena a instancias de la Asociación de la Memoria Histórica de Cartagena
En un sencillo acto que se iniciaba poco después de las seis y media de la tarde, la alcaldesa, Ana Belén Castejón, exponía los motivos que han llevado al Ayuntamiento a rendir este homenaje, como una deuda de dignidad pendiente y relatando las especiales penalidades que pasaron estos cartageneros tras Guerra Civil, su lucha en Francia contra el nazismo y su posterior deportación como prisioneros a los campos de concentración, al renegar de ellos, como españoles, el Gobierno de Franco.
Seguidamente el cronista de la ciudad, Francisco José Franco Fernández, explicó la situación histórica y ayudado por dos alumnas del instituto Ben Arabí, rechazó el odio como forma de afirmar las ideologías y abogó por la tolerancia para que no vuelvan a suceder hechos como los de la Alemania nazi.
La alcaldesa, Ana Belén Castejón, junto a la presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de Cartagena, Pepa Martínez, y familiares de los homenajeados, fueron los encargados de descubrir el monumento.
Posteriormente un quinteto de cuerda de la orquesta de cámara de Cartagena. compuesto por Estrella Byrne Escobar - violín, Gemma Sanchís García - violín, Paula Prendes Larios - viola, Alberto Arqués Ibáñez - violonchelo y Ernesto Mateo Solana - contrabajo, interpretaron la melodía de la película “La lista de Schindler”; mientras que otro cronista oficial de la ciudad, Luis Miguel Pérez Adán, leía la relación de los 57 homenajeados, cuyos nombres y lugar de procedencia en el municipio, figuran inscritos en el monolito y se depositaban unos ramos de flores.
A continuación habló la presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de Cartagena, Pepa Martínez, que subrayó el carácter republicano de los homenajeados y se dirigió a ellos exaltando su entereza y dignidad en la lucha contra el nazismo y el fascismo.
Luego tomó la palabra en representación de los familiares de los homenajeados, la sobrina nieta de uno de los deportados, Agustín Soto, quien leyó el testimonio emocionado y los recuerdos entrañables que conservaban de su abuelo, quien nunca manifestó odio ni resentimiento.
Tras el cierre del acto por parte de la alcaldesa, los artistas que dirigidos Mateo Ripoll habían realizado un mural a poco metros del monumento, en una de los muros del Instituto Jiménez de la Espada, explicaron su obra, planteada como una fábula, en la que se representa un campo de concentración con un zorro que simboliza el Estado Alemán; por debajo pasan los trenes con deportados. El humo de las locomotoras asemeja al de las incineradoras de los campos de exterminio. Igualmente hay una escalera en la que uno de los deportados lleva una piedra: se trata de la escalera de la muerte. A los lados hay piedras de los otros deportados que ya han muerto y se han podido liberar.
Entre los numerosos asistentes, se encontraban los concejales del Gobierno, Manuel Mora, Carmen Martín del Amor y Mercedes García; otros miembros de la Corporación, como Pilar Marcos, María José Soler, Alfredo Nieto, Francisco Martínez y Teresa Sánchez. También acudió Antonio Bermejo, cura obrero de Vista Alegre y Medalla de Oro de Cartagena; el diputado regional Ángel Rafael Martínez, y los ex concejales Teresa Rosique, José Martínez y Francisco Aznar, entre otros.
Hubo familiares de los homenajeados: Agustín Soto Sánchez, Máximo Fernández Benavente y Victoriano Gómez Manresa
EL HOLOCAUSTO CARTAGENERO
Según relata el también cronista oficial de la ciudad, Luis Miguel Pérez Adán, "Las cifras totales del mayor crimen de la humanidad, son escalofriantes, el resultado, hasta la fecha, es un mapa de 42.500 campos de concentración, guetos, factorías de trabajos forzados y otros lugares de detención extendidos a lo largo de buena parte de Europa, de Francia a Rusia".
En total, entre 15 y 20 millones de personas murieron o estuvieron internadas en esos centros, en su mayoría judíos, pero también integrantes de los otros grupos perseguidos por el nazismo, como gitanos, homosexuales y prisioneros de distintas nacionalidades."
"Centrándonos en nuestro país, según los datos que aparecen en la web del Ministerio de Justicia, el número oficial de fallecidos españoles en los campos de concentración nazis registrados, alcanzan el número de 4.440, de los cuales 3.959 lo fueron en Mauthausen y Gusen en donde fueron agrupados."
"¿Pero quienes eran estos españoles? La mayoría en número superior a los 10.000, procedían del ejercito republicano, aquellos que cruzaron la frontera en los últimos meses de la guerra civil, tras la caída de Cataluña. En Francia fueron internados en campos de concentración distribuidos por el sur de país; el Campo de Argelès-sur-Mer, el Campo de Le Vernet d'Ariège, Barcarès y Septfonds."
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, muchos de ellos fueron enviados al frente con uniforme francés —en las filas de la Legión Extranjera o en escuadrones de choque—, o integrados en Compañías de Trabajadores Extranjeros. La mayor parte de éstos acabaron capturados por los alemanes en los primeros momentos de la invasión y concentrados en dos campos el de Mauthausen y Gusen."
"En este momento es cuando se produce el hecho más desgraciado para estos españoles, ante la cantidad de prisioneros que llegaban, el Reichführer Heinrich Himmler, responsable de los campos de exterminio, consultó con el ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de Franco, el cartagenero Ramón Serrano Súñer, qué "status" tenían estos exiliados; la respuesta del cuñado de Franco fue que habiendo sido despojados de la nacionalidad española, en ningún caso el gobierno franquista realizaría reclamación alguna sobre su destino."
Esta declaración fue determinante para que a los republicanos de Mauthausen se les impusieran el triángulo azul de los apátridas, con una S —de Spanier— en el centro. Mauthausen pronto comenzó a ser conocido entre los deportados como «El campo de los españoles», pues ellos fueron los primeros en llegar y quienes lo construyeron."
"Allí trabajaron y murieron hasta la liberación, cuando el Ejército norteamericano entró en Mauthausen, el 5 de mayo de 1945. Banderas republicanas habían sustituido a las nazis y la puerta del campo cubierta por una gran pancarta en la que se podía leer: «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras». "
"La liberación del campo, sin embargo, no significó para los republicanos el final de la guerra comenzada en 1936. Muchos no pudieron volver a España y habrían de encontrar asilo en otros países, sobre todo en Francia."
De las investigaciones realizadas, al menos 57 cartageneros formaron parte de este grupo de compatriotas y que permanecen olvidados en la memoria del holocausto. De ellos 34 fallecieron, 22 fueron liberados y uno consiguió evadirse.
Seguramente no fueron todos, pero son los que se conocen sus nombres, gracias al esfuerzo de personas y asociaciones que han investigado para sacarlos de su anonimato para que su memoria sirva en prevención de los crimines contra la Humanidad.