Esta semana, como ya es costumbre, la situación del Mar Menor ha sido noticia a escala regional y nacional. En concreto, se ha conocido que la titular del juzgado de Instrucción n°2 de Murcia ha dividido en tres partes las diligencias previas 2750/2017 iniciadas tras la denuncia de la Fiscalía por el deterioro del Mar Menor.
De esta forma, la juez ha determinado el establecimiento de tres procedimientos por el perjuicio causado por vertidos de la agricultura, por lo que se instruirán causas diferentes contra responsables de la Consejería de Agricultura, entre ellos, el consejero Antonio Cerdá (PP); la Confederación Hidrográfica del Segura y 24 grandes empresas y agricultores particulares.
Tras estas últimas informaciones, el presidente de MC Cartagena, Jesús Giménez, ha trasladado la postura de la formación cartagenerista sobre el futuro de la laguna salada.
Jesús Giménez: una reconversión para aprovechar las potencialidades del Mar Menor
Para nosotros, la solución al Mar Menor pasa por aprovechar sus potencialidades con una reconversión que debe incluir a la agricultura, la minería y el urbanismo. Esta zona de nuestra Comarca es un patrimonio medioambiental único y, como tal, debe afrontarse, como una oportunidad y no como una renuncia.
Sólo con una estrategia coordinada y conjunta de las distintas administraciones se puede conseguir mejorar ese entorno para disfrute de las generaciones venideras y también como motor económico, que lo es.
La Sierra de Cartagena, también conocida como Sierra Minera, debe recuperarse, inventariando el patrimonio industrial y estudiando el estado de las explotaciones y concesiones para, en su caso, obligar a los propietarios privados a recuperar los terrenos medioambientalmente.
Una marca de calidad para la agricultura y un nuevo modelo de desarrollo urbanístico
La agricultura debe racionalizarse, creando una marca de calidad en aquellas explotaciones que puedan mantenerse con criterios medioambientales sostenibles, como siempre ha propuesto José López. El mercado internacional valora esta agricultura sostenible, y nuestros agricultores han mostrado en todo momento su disposición a cumplir con las medidas que se les impongan, siempre que estén sustentadas en criterios de optimización y respeto al medio ambiente.
El urbanismo está de actualidad en estos días, y también necesita un planeamiento que lo racionalice y ayude a mejorar el entorno, sin renunciar al turismo. La clave entendemos que está en la calidad.
El Plan General de 1987 contemplaba desarrollos turísticos de calidad de modo ambiguo. Ahora hay que delimitar las zonas donde puede construirse, reduciendo sin duda la superficie, la altura y la afectación paisajística, ofreciendo a los propietarios e inversores unas normas que permitan desarrollos urbanísticos limitados, con repercusión positiva al entorno y alternativas de explotación de atractivos naturales como la Cueva Victoria, las Salinas de Marchamalo o patrimonio industrial como las minas, además de incentivos fiscales como compensación a la necesaria renuncia a parte de sus derechos urbanísticos.
La necesidad del compromiso de los gobiernos estatal y regional
La sociedad ha cambiado y nos pide a los políticos soluciones, no continuidad a las prácticas insostenibles. Quizás es el primer momento de la historia en que la salida a esta crisis, una auténtica catástrofe medioambiental, está en lo endógeno, en lo que nos es propio en el Campo de Cartagena, y debemos hacer un planteamiento para las próximas generaciones, porque ya padecemos perjuicios en el Mar Menor, el cinturón de contaminación de la ciudad (El Hondón, Peñarroya o Zincsa) o Portmán.
Y en esta cuestión, además de altura de miras, necesitamos que las administraciones central y regional se vuelquen en Cartagena y el Mar Menor, como lo hemos hecho todos con Lorca durante estos años, con presupuesto y con decisiones y planteamientos audaces, que permitan ofrecer a los inversores alternativas rentables en lo económico que no pasen necesariamente por la agricultura y el urbanismo intensivo, apostando por la calidad de vida como atractivo de un marco incomparable que nos ha ofrecido la naturaleza.