La XXX edición del Cartagena Jazz Festival se ha cerrado este fin de semana con broche de lujo, tres actuaciones que han resultado todo un éxito y han dejado al público con ganas de más.
El viernes era Macy Gray, la que deleitaba con su voz única a los fan del soul más clásico, mezclado con sus raíces de la vieja escuela del funk e influencias contemporáneas para crear algo totalmente original.
Hace ya diez años que Macy Gray se ganó el reconocimiento mundial gracias a la balada I try. La heredera y renovadora del soul más clásico, sigue contando con una voz única, aprovechando las raíces de la vieja escuela del funk y el soul, mezclándolos con influencias contemporáneas para crear algo totalmente original, que deja ver claramente sus influencias: Janis Joplin, Billie Holiday y Aretha Franklin.
Gray trajo a Cartagena The Sellout (La Traición), un disco hecho desde el corazón y con mucha libertad, que refleja las vivencias de la artista en estos últimos años en los que ha estado alejada de los estudios.
Para el sábado, el programa del festival incluía otro plato fuerte, Buena Vista Social Club acompañados por Omara Portuando y la chica del contrabajo, Esperanza Spalding.
La extensa formación cubana, con el trompetista Guajiro Mirabal, Barbarito Torres el virtuoso del laúd, el trombonista Jesús Aguaje Ramos, y el guitarrista/teclista Manuel Galbán, al frente, son de sobra conocidos en estos lares, así como su acompañante, Omara Portuondo, miembro original de Buena Vista Social Club, con su voz aún rica y sensual a pesar del tiempo.
En cuanto a Spalding, la joven contrabajista afroamericana de Oregón, cautivó a los cartageneros después de hacerlo por medio mundo, y lo hizo con Chamber Music Society, una brillante fusión de instrumentos de cuerda y trío de jazz vocal, donde combina elementos del jazz, el folk y la world music con distintas tradiciones de música de cámara.
Y el festival llegaba a su fin el domingo, con el que ha sido calificado el equivalente masculino de Amy Winehouse, Eli Paperboy Reed y su rhythm & blues elegante y musculoso a lo Otis Redding y Sam Cooke.
El más bilongo del Cartagena Jazz Festival fue el fin de fiesta perfecto para una edición redonda de este certamen que aspira a superarse año tras año.