Los Vivancos ya eran Los Vivancos antes de nacer. Su futuro, planeado por su padre desde la cuna, estaba claro desde un principio: darse un largo chapuzón de formación en clave de música, danza, gimnasia artística y deportiva y artes marciales, bucear durante la infancia en sus habilidades naturales y salir a la superficie, cada uno, para respirar el aire de su propia carrera profesional. Recorrer muchos caminos y hacerlos después confluir, llegado el momento.
Mañana sábado 7 de febrero llega el momento de que los cartageneros disfruten con Los Vivancos en su espectáculo 7 hermanos, un espectáculo lleno de flamenco, música, teatro y arte cincenses, un espectáculo programado por la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena en dos sesiones, a las 19:30 y 22:30 horas. Las localidades a 18 y 15 euros.
Después de vueltas y más vueltas por los cinco continentes, componiendo bajo el paraguas del flamenco y buscando la inspiración con Paganini o Dvorák en la retina, inspirándose en el break-dance, el circo o el hip-hop, estos siete hermanos de nombres bíblicos llegan a Cartagena para presentar un espectáculo que han elaborado de principio a fin. Paso a paso, Los Vivancos componen, interpretan, bailan, coreografían y producen sus espectáculos. Todos, uno por uno, aman el momento que les ha tocado vivir.
Elías (de 31 años, el mayor), Judáh, Josuá, Cristo, Israel, Aarón, y Josué (el menor, con 24 años) supieron pronto que contemplarían la vida desde las alturas de un escenario. Los siete -hermanos de 32 hijos de siete madres diferentes- nacieron en Cataluña y crecieron en un entorno concentrado en darles una educación artística multidisciplinar y llena de matices. ¿El resultado? Antes de cumplir los 18 alguno ya viajaba por EE. UU. como primer bailarín de la Compañía Nacional de Arte estadounidense, otro era tentado por el Circo del Sol por sus habilidades acróbatas y otro ganaba premios como violonchelista o se titulaba en ballet clásico en el Nacional London Studio. Todo marchaba según lo planeado por su padre.
Durante su infancia los siete estudiaron en la escuela que su progenitor había fundado y dirigía en British Columbia (EE UU), la Qüanticoch Independent School. La mayoría, después, continuaron unidos en la Junior Symphony Orchestra of Ámsterdam y, de ahí, comenzaron a viajar por todo el mundo. Desde Canadá a Francia pasando por China o Inglaterra, han ido evolucionando. De actuar "una vez al año en el salón de casa" a colgar el cartel de no hay billetes durante un mes en el estadio parisino de Bercy, con capacidad para 18.000 personas.
Ahora llegan a Cartagena, en dos sesiones, en las que quedan muy pocas entradas.