Otro proyecto que cae en saco roto. El Ayuntamiento de Cartagena y la Comunidad Autónoma dejan en el olvido la ambiciosa remodelación que presentaron para el Parque Escipión de Los Barreros hace dos años después de más de una década de reclamaciones vecinales. Tanto el concejal de Urbanismo e Infraestructuras, Diego Ortega, como el entonces director general de Territorio y Arquitectura de la Consejería de Fomento, Jaime Pérez Zulueta, presentaron in situ una ambiciosa reforma que contemplaba el aprovechamiento del agua de lluvia mediante balsas de laminación en la parte superior de la zona de recreo para su posterior canalización a los parterres inferiores. Una intervención, valorada en 592.000 euros, que ambos organismos públicos afrontarían, según sus propias promesas, con fondos europeos que, una vez más, resultaron más cantos de sirena que una partida económica real.
Pese a que la Comunidad Autónoma carecía del dinero necesario para la ejecución de la obra, sí vendió la misma como uno de los principales pilares de su Plan de Estrategia de Arquitectura y Construcción Sostenible que buscaba la creación de espacios públicos con un alto nivel de calidad ambiental y de adaptación al cambio climático. Los responsables políticos aludieron incluso respecto a este parque a un estudio de la empresa de ingeniería y arquitectura Edinart Consulting, del Parque Tecnológico de Fuente Álamo, en la línea de los trabajos conocidos como "ciudad esponja".
El Parque Escipión cuenta con 2.945 metros cuadrados en pendiente junto al colegio San Francisco Javier. Es evidente que esta reforma que reutilizaba el agua de las escorrentías ilusionó a los vecinos. Aunque el enclave presenta ahora menos suciedad y mejor mantenimiento que en épocas anteriores, hace muchos años que precisa de una remodelación integral. La amplia parcela carece de juegos infantiles e iluminación. El suelo presenta desconchados por doquier. Y los antiquísimos bancos de piedra o están en mal estado o directamente arrancados de cuajo y tirados por uno de los terraplenes. El verde brilla por su ausencia y sólo unos grandes árboles dejan huella de su catalogación como jardín que, por su situación alejada de la zona central, ni siquiera dan sombra a los viandantes. El lugar es muy transitado sin embargo por niños y padres en su camino al anexo centro escolar.