Dice Omara que hace mucho tiempo que querían volver a grabar juntos. Ya lo habían hecho en enero de 1997, en los estudios Ojalá de La Habana, con Desafíos, un disco financiado por el productor español Manuel Domínguez para su sello Nubenegra. Y lo han vuelto a hacer ahora en Omara & Chucho.
La idea de retomar el hilo surgió cuando el pianista acompañó a la cantante en uno de los números de Gracias, el último disco de Omara Portuondo, que grabó otro a dúo en Brasil con María Bethânia. Juntos actuarán en La Mar de Músicas, en lo que será su estreno y único concierto en España, el 12 de julio. Pero además, juntos regalan una de las canciones de su nuevo disco, que saldrá a la luz el 29 de abril. Titulada Alma Mía se puede descargar en: http://mmsies.com/promotions/Montuno/ClientConsole/OmaraChucho/signup.php
Que Omara Portuondo regrese otra vez a La Mar de Músicas no es una sorpresa sino una promesa: la que le hizo el director del festival a la cantante cubana de que cada nuevo proyecto que grabara lo podría presentar en Cartagena. Promesa cumplida. Y aquí está la mujer cuyas lágrimas, tras cantar Silencio con Ibrahim Ferrer en el Carnegie Hall de Nueva York, inmortalizó Wim Wenders en la película Buena Vista Social Club.
Mulata chancletera, se titula un número de Lecuona y Galarraga, y así gusta de llamarse a sí misma Omara, que debutó en 1948 como bailarina del Tropicana dónde ya trabajaba su hermana mayor Haydée. Omara acababa de cumplir 18 años. Cantaba en reuniones bohemias y la primera vez que se presentó en un programa de radio para aficionados, el locutor la anunció como Miss Omara Brown, la novia del feeling porque cantaba en inglés canciones como Stormy weather.
En 1950, ya como cantante profesional, entró en el cuarteto de Orlando de la Rosa. Y, dos años más tarde, pasaría a formar parte de un extraordinario conjunto vocal, al estilo de los cuartetos de voces estadounidenses. Lo dirigía la pianista Aida Diestro y lo formaban Elena Burke, Moraima Secada, Haydée y Omara Portuondo. El éxito del Cuarteto D´Aida fue notable en una noche habanera por la que pasaban artistas de la talla de Nat King Cole.
Omara Portuondo y Chucho Valdés se conocen desde los tiempos en que Bebo Valdés dirigía la orquesta de Tropicana. Ya en los años sesenta, cuando Chucho era uno de los fijos de las grabaciones de Egrem, entre los muchos cantantes de la isla a los que tenía que acompañar, estaba Omara. Esa Omara, que como explica el pianista, a veces canta, a veces dice, y con la que comparte en el nuevo disco clásicos del cancionero sentimental como Alma mía, Esta tarde vi llover o Tú no sospechas.
Casi dos metros de altura para este gigante del piano que se llama Jesús Valdés. El hijo mayor de Bebo, con quien empezó a los cinco años a aprender los secretos del piano, alumbró hace unos meses Chucho´s steps, un disco audaz cuyo título es una referencia al Giant steps de Coltrane. Con guiños a Cole Porter y Gershwin (Begin to be good) y homenajes a los Marsalis (New Orleans) y a Joe Zawinul (Zawinul´s mambo). Polirritmias afrocubanas para una música tremendamente compleja que el creador de los revolucionarios Irakere lleva años orquestando minuciosamente en su cabeza. Hasta ese momento en que, como dice, ya no piensas, tocas.