Brina presentó su música novedosa en la calle con La Mar de Músicas

El grupo trajo el lunes lo mejor de Eslovenia a la Plaza del Ayuntamiento en un concierto mágico 

El grupo esloveno Brina, llenó de música ayer la Plaza del Ayuntamiento con un concierto programado por el Festival La Mar de Músicas, amenizando con sus notas al público que se congregó junto al puerto.

 

No es muy frecuente recibir a una banda de Eslovenia. Aunque Brina ha estado antes en España. Su promotor la presentó entonces con el eslogan de La seducción musical de Eslovenia. Ya se había dejado ver por el Womex que tuvo lugar en Sevilla. Era la segunda vez que un artista esloveno ¿la anterior había sido en 1995 con Vlado Kreslin- figuraba en el cartel de la feria de las músicas del mundo. En el 2006, su disco Pasja legenda (La leyenda de un perro) -el primero, Mlado leto (El año joven), se había publicado dos años antes- estuvo entre los diez más valorados del World Music Charts Europe lo cual también era una novedad para música hecha en Eslovenia. El fallecido Charlie Gillett lo destacó como uno de los seis mejores mejores discos del año 2006 y eligió Poljanska balada canción del año.

 

El grupo se formó en 2003 y toma su nombre de la poliédrica Brina Vogelnik, una joven de Lubiana a la que su abuelo y su madre transmitieron sus conocimientos sobre música tradicional. En su biografia oficial consta que la chica procede de una familia de artistas muy conocida en la capital y que se convirtió en diseñadora de comunicación visual. En realidad llegó a los escenarios participando en espectáculos de danza con máscaras y marionetas y ha trabajado en series para niños emitidas por la televisión nacional. Creadora de cortos con plastilina realizados con la técnica de animación stop motion -consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de una serie de imágenes fijas sucesivas- recibió un premio por su vídeo para Mlado leto.

 

El inglés Andrew Cronshaw escribió en la reseña de Pasja Legenda para la revista fROOTS: Eslovenia perteneció a Yugoslavia, pero en modo alguno es balcánica, ni lo es su música. Y, por su situación geográfica y su historia como parte del imperio austrohúngaro, sus raíces musicales son más bien difusas. Las de Brina son canciones que hablan de amores no correspondidos, doncellas que cantan y bailan en el solsticio de verano, la crueldad de la madrastra de un niño huérfano o la serpiente convertida en príncipe al ser tocada por una joven.

 

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