Nadin Ospina, artista pop colombiano, presenta Tierras Colombianas en la sección de arte del festival La Mar de Músicas en Cartagena

La exposición estará abierta en el Palacio Molina hasta finales del mes de agosto

Nadin Ospina (Bogotá, 1960) es uno de los artistas colombianos con más proyección internacional. Su obra se ha exhibido en eventos como las Bienales de Sao Paulo, La Habana, Lyon y Venecia. Ganó el Salón Nacional de Artistas y la Beca de la Fundación Guggenheim de Nueva York. Es un artista pop, cuyo arte fusiona formas precolombinas con figuras como Mickey Mouse y los Simpson. Está presente en La Mar de Músicas con la muestra Tierras Colombianas donde escultura, pintura y un hinchable gigante dan una idea de la creatividad de este genial artista. Tierras Colombianas puede verse en el Palacio Molina de Cartagena hasta finales de agosto.

Las obras de Nadín Ospina son el resultado del estado de tránsito e intercambio de ideas que caracteriza a nuestra época. Su carácter híbrido remite a las operaciones de resignificación que los individuos de sociedades periféricas hacen de los productos de la cultura hegemónica. Pone en evidencia el estado de constante redefinición en que se encuentran las culturas locales como consecuencia del auge de las redes de comunicación y de los intercambios económicos mundiales. Las propuestas de Nadín Ospina aluden a un concepto de lo latinoamericano si es que éste alguna vez ha existido verdaderamente en crisis; aluden a una realidad en negociación, en la que los mitos de una Arcadia prehispánica perdida se funden con la rutilante cultura transnacional del espectáculo. Las revisiones de las figuras de Colima, las parejas copulando de la cultura Tumaco o los guerreros aztecas, todos con sus orejitas de Mickey Mouse, perfilan un escenario en el que los sujetos inmersos en campos de fuerzas en los que lo mundial y lo local se repelen y se atraen, a la vez deben apropiarse de fragmentos de distintas procedencias para otorgar sentido a la realidad. Las obras mestizas de Ospina son consecuencia de un estado de cosas en el que los sujetos incluidos los de los llamados países occidentales deben otorgar un nuevo significado a productos transnacionales para hacerlos conciliables con su realidad más inmediata, la realidad local. Las propuestas del artista colombiano son la consecuencia de un mundo en el que todos hemos devenido el otro.

Las piezas no dejan de ofrecer un efecto paradójico, pues Nadín Ospina termina por convertir lo hegemónico en exótico: Iconos de la cultura occidental, como los personajes de Walt Disney o Matt Groening, son equiparados a las obras de los artistas anónimos de culturas primitivas, para adquirir así un carácter otro. En las obras de Ospina las coordenadas que definen el centro y la periferia pierden su sentido.

En última instancia, las propuestas de Nadín Ospina, con todo su exotismo pop, parodian la actitud frente a la creación periférica propia del capitalismo multicultural. La mundialización de la economía y la generalización de los intercambios ha traído consigo una aparente tolerancia frente a la diversidad; una tolerancia que, en realidad, no es tal. El capitalismo multicultural ofrece la fachada de respeto por lo distinto, en la que se celebra el mestizaje, la diversidad de usos culturales y la diferencia. Sin embargo, esta tolerancia tiene sus límites: la alteridad será aceptada e, incluso, celebrada, siempre y cuando no ponga en cuestión la economía de mercado, la democracia liberal y los valores éticos del capitalismo mundial. Al tiempo que se celebran las músicas mestizas, la comida exótica, las modas híbridas que, en el fondo, otorg an un mayor vigor a la sociedad de consumo se condenan los fundamentalismos políticos y religiosos, como el islamismo, que ponen en cuestión las estructuras políticas y económicas de Occidente. En este sentido afirma Slavoj Zizek: "el racismo posmoderno contemporáneo es el síntoma del capitalismo tardío multiculturalista, y echa luz sobre la contradicción propia del proyecto ideológico liberal-democrático. La «tolerancia» liberal excusa al otro folclórico, privado de su sustancia (como la multiplicidad de «comidas étnicas» en una megalópolis contemporánea), pero denuncia a cualquier otro «real» por su «fundamentalismo», dado que el núcleo de la otredad está en la regulación de su goce: El «otro real» es por definición «patriarcal», «violento», jamás es el otro de la sabiduría etérea y las costumbres encantadoras."

De forma paródica, las esculturas de Nadín Ospina aluden al exotismo que tanto ensalza el capitalismo tardío: el de una alteridad domesticada, que lejos de provocar temor, llega a causar cierta admiración. Es un exotismo deseable, despojado de su esencia, y que no pone en cuestión la preeminencia capitalismo y su ideología. Es una alteridad, que no genera conflictos, en la que todos, ya seamos morenos, negros o amarillos, nos parecemos enormemente a Mickey o a Bart Simpson.

NADIN OSPINA

Nadín Ospina es un artista colombiano de la contemporaneidad, a través de su trabajo de mas de 20 años de dedicación persistente ha recorrido muy diversos campos de experimentación, desde las instalaciones multimediales a la pintura y la escultura en diversos procedimiento. Su interés en los procesos culturales y sus problemáticas le han llevado a producir una obra abiertamente crítica y cuestionadora. Su actitud artística respaldada por una rotunda producción matérica le ubican como uno de los artistas colombianos más reconocidos de su generación.

Es un antropófago cultural. La idea de antropagia cultural fue planteada por el poeta brasileño Oswald de Andrade en un manifiesto de 1928. Setenta y dos años después, el asunto no ha perdido vigencia. En teoría, consiste básicamente en devorar culturas lejanas, incluso ajenas, para volverlas –ya asimiladas- carne y sangre del espíritu.

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